Como la inmensa mayoría de niños en este país, yo también jugaba al fútbol cuando era pequeño. A nivel amateur, porque siempre se me dio mejor escribir de él que jugarlo. Recuerdo que en mi equipo del cole había una niña (creo que se llamaba Lidia Martín), la única entre una docena de niños.

Lo hacía porque le gustaba, le apasionaba y además era buena. Siempre contó con el apoyo del equipo -era una de nuestras mejores centrales- pero tuvo que lidiar con improperios de todo tipo por parte de rivales, padres y madres de rivales y otros aficionados que veían en ella un bicho raro en un lugar equivocado.

Tras dejar el colegio le perdí la pista. Lástima no habérmela cruzado en algún campo c...

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